Tejerías
Las tejerías de Xàbia
Entre las actividades artesanales / industriales de la sociedad tradicional, la elaboración de productos cerámicos ocupa un lugar destacado. Los utensilios y productos elaborados con barro cocido siempre fueron muy abundantes en tiempos pasados; y todavía lo son ahora. Es larga la lista de objetos y piezas fabricadas con barro pastado -ya sean torneados o hechos a molde- luego secados y cocidos en hornos, destinados a la construcción o usos domésticos.
En Xàbia, al margen de las evidencias arqueológicas de antiguas producciones cerámicas de época romana, existieron, hasta tiempos recientes, talleres dedicados a la producción cerámica. Hemos constatado la existencia de nueve tejerías, la mayor parte de las cuales estuvieron en funcionamiento entre los siglos XIX y la primera mitad del XX.
Casi todas ellas se dedicaron a la producción de materiales para la construcción: tejas, ladrillos, “matacans” (ladrillos macizos de forma rectangular utilizados para pavimentar), baldosas, pilones para la pasa, etc.. Solo en la Tarraula, donde funcionaron dos talleres, se produjeron piezas a torno, siempre pero, sin barnizar: cántaros, cangilones i barreños.
Las materias básicas para esta actividad son la arcilla y el agua. La primera era obtenida de las “minas” próximas y el agua era recogida y almacenada en aljibes y cisternas. Tierra y agua se pastaban en balsas y después, con los moldes, se obtenían las diferentes formas. Aquellas piezas eran secadas y posteriormente enhornadas. Dentro del horno, de forma cilíndrica, las piezas eran colocadas de manera conveniente sobre la parrilla, mientras que el fuego se situaba en la cámara, en la parte inferior. Durante día y medio o dos días, el fuego era alimentado constantemente. Acabada la cocción, el horno se tapaba completamente, para que las piezas fueran enfriándose poco a poco durante siete o ocho días antes de ser sacadas y comercializadas.